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Cheque en blanco: crítica a "mercado electoral".


Desde el regreso de la Democracia a la fecha, vivimos sin duda la campaña política nacional con mayor grado de desideologización y comunicación de plataformas electorales de la historia argentina.

Los breves discursos y apariciones mediáticas de los candidatos, no nos permiten extraer de sus palabras una concreción sobre el futuro de sus acciones políticas en caso de erigirse ganadores a través del voto popular.

Pero para no ser tan crueles con el sistema político argentino y por ende con nuestra propia ciudadanía, señalaremos factores que nos permitirán reflexionar sobre un fenómeno que no sólo se da en nuestro país, sino también en gran parte del mundo.


EFECTO GLOBALIZADOR

Es cierto que la globalización representa una esperanza en el ámbito educativo y comunicacional, pero también lo es que concentra la homogeneización de la cultura y de la realidad en los medios de comunicación y detrás de ellos, en los intereses políticos y económicos que los manejan.

Pero estos aspectos negativos no serían relevantes si quienes se constituyen en receptores de la información, tuvieran los elementos teóricos y prácticos o por lo menos la voluntad de reflexionar que los hechos comunicables, no son más que un mero recorte de la realidad y muchas veces hasta una mera ficción.

El efecto globalizador, provoca la internalización individual de creer que por el hecho de estar “informados”, creemos que tenemos una “familiaridad cada vez mayor con el estado del mundo, y la evidencia de las imágenes nos hace olvidar que en realidad no hemos visto nada, que sabemos poco y mal”[1].

La información transmitida, se transforma más en un producto consumible que en hechos tratados en profundidad. Ya no es redituable profundizar en las plataformas electorales, asique presentamos a los candidatos en formatos de shows televisivos o radiales donde pocas veces se los incomoda con preguntas relevantes.

Cabe preguntarnos entonces, ¿conocemos a nuestros candidatos?¿sabemos qué quieren y cómo van a hacer en caso de gobernar nuestro país? ¿Entendemos el rol que cumplen los medios de comunicación?

CHEQUE EN BLANCO

Los procesos políticos siempre se definieron en gran medida por la influencia de la opinión pública que es la que tarde o temprano vuelca en las urnas su voluntad. Pero a lo largo de los años, fueron mutando los espacios generadores de expresión y opinión, para cederle indeclinablemente ese rol a los medios de comunicación. Mientras tanto, los “ciudadanos” reaccionamos a sus estímulos sólo cuando ellos así lo determinan y recibimos pasivamente la realidad que ellos eligen mostrar.

El objetivo: la transmisión de hechos noticiables consumibles.

Si reflexionamos sobre los minutos en pantalla y entrevistas realizadas a los candidatos, el nivel de superficialidad con el que hablan de problemas concretos, de economía y del futuro, es realmente preocupante. Quizás tengamos que presentar más atención a las entrevistas que le hacen a algún que otro economista de cabecera de los candidatos para escarbar algún concepto que nos ayude a definir por una opción electoral.

Pareciera más relevante escuchar a Miguel Bein para saber que va a hacer Daniel Scioli o a Melconian para saber que va a hacer Mauricio Macri en el ámbito de la economía, que a los propios candidatos.

Este fenómeno tiene dos aristas positivas para los candidatos y muchas negativas para el ciudadano.

El planteo de slogans permanentes, de metodologías que los hagan ver como un “tipo común” y el desarrollo de conceptos abstractos, los ayuda a evitar tomar definiciones sobre temas centrales para el futuro del país, lo que les permite a su vez ampliar su margen de maniobra a la hora de asumir el gobierno, pudiendo hacer con total libertad lo que nunca dijieron que harían.

Por otro lado, los candidatos se ven liberados de tener que profundizar sobre temas que probablemente desconozcan, con la ventaja de que es más fácil desconocer los conceptos explicitados por sus asesores, que resistir un archivo contradictorio de sus propias palabras.

Mientras tanto, del otro lado de la pantalla, el elector, el ciudadano, el sujeto de consumo. Confundido, sedado y tranquilo, prefiere escuchar las publicidades y declaraciones de los candidatos sin indagar demasiado sobre lo que nos espera. El candidato que eligió o elegirá, será el que mayor identificación personal le genere, de eso se trata esta campaña. No ya de las plataformas políticas, económicas y sociales, sino de demostrar que son personas comunes y corrientes, honestos, sinceros, capaces de reconocer sus propios errores y hasta soportando ser insultados por algún vecino enojado. El candidato de hoy es un candidato más humanizado y menos carismático. Así lo exige la coyuntura, donde después de doce años de liderazgo continuo y fuertemente ideologizado, se requieren posiciones más atenuadas.

Pero al final de la cuestión, después del 10 de diciembre del 2015, quizás recordemos que nos faltó indagar, preguntar, generar discusiones tendientes a conocer lo que iba a hacer con el gobierno nuestro presidente, pero ya será tarde; le habremos entregado un cheque en blanco para hacer y deshacer como guste. Habrá triunfado una vez más la estrategia comunicacional y el establecimiento de un nuevo mercado de consumo: "el mercado electoral".

[1] Marc Augé. Etnólogo y Antropólgo frances.

*Editor de Hipnopedia / Est. Comunicación Social / jproel@hotmail.com


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