Sindicalismo en el Sistema Democrático Argentino
El modelo sindical argentino presenta características propias que lo diferencian respecto a otros de la región. Su vinculación estrecha con la política cotidiana, tiene condimentos llamativos que lo transforman en prácticamente único. Representa además, como pocas organizaciones institucionalizadas del sistema político argentino, intereses que están en pugna constante hacia adentro y hacia afuera de sus propias puertas.
CONTEXTO
El modelo sindical argentino presenta características propias que lo diferencian respecto a otros de la región. Su vinculación estrecha con la política cotidiana, tiene condimentos llamativos que lo transforman en prácticamente único. Representa además, como pocas organizaciones institucionalizadas del sistema político argentino, intereses que están en pugna constante hacia adentro y hacia afuera de sus propias puertas.
El sindicalismo argentino, alcanzó niveles importantes de desarrollo que lo dotan de una complejidad manifiesta, propia de una cultura política cuyos factores de poder y participación social se diferencian del resto de Latinoamérica, agregando además la importancia del desarrollo económico proveniente de la industria y su vinculación histórica con las corrientes migratorias que configuraron las bases iniciales del sindicalismo en nuestro país.
El modelo actual de central única, característica que lo distingue, tiene más de seis décadas y a pesar de algunos intentos, la dinámica política no ha sido modificado en términos generales, lo cual constituye una rareza en las instituciones de la república a pesar de los 32 años de democracia ininterrumpida.
La falta de representación de las minorías tanto en las Centrales Obreras, como en los de Federaciones y Comisiones Gremiales Internas, atentan contra la participación, porque en ocasiones, quienes intentan dar un debate que ponga en riesgo la estabilidad de las conducciones establecidas, son perseguidos y hasta cesanteados por las patronales con la obvia complicidad de las conducciones formales. Estos hechos, perjudican la participación y la diversidad de pensamiento, violando normas de rango constitucional establecidas en el convenio con la OIT.
Pero es oportuno también destacar que el salario real en Argentina (uno de los mas altos de la región) al igual que las condiciones de estabilidad en el empleo, son fruto del mérito de las organizaciones que nuclean a los trabajadores y a su vez, de las legislaciones por las que pelearon para protegerlos y consolidar sus derechos.
Cabe aclarar, que este análisis solo comprende la realidad de los trabajadores formales, los cuales tienen una brecha gigantesca con quienes están en la informalidad laboral.
DESAFIOS Y OPORTUNIDADES
Esta situación es ofensiva para la condición humana, porque impide programar, progresar, disfrutar de los beneficios de la seguridad social y el descanso diario, semanal y anual del obrero, en ocasiones fomentados y practicados desde el estado en sus tres niveles, ya que hay vacios legales que así lo permiten.
Quienes defienden esta visión, además de avalar que el propio estado sea un empleador en negro, argumentan que no se puede dar el mismo tratamiento a la microempresa que a una gran industria o grupo económico. Lo cierto, es que nunca debe ser afectando o flexibilizado el derecho del obrero.
Los trabajadores y la democracia argentina, se merecen rediscutir un sistema sindical hoy burocrático y prebendario, sin respuestas ni programa para la legión de jóvenes que son quienes más sufren el desempleo o la precariedad, con la consiguiente falta de proyectos económicos y familiares que en el mejor de los casos, solo impide independizarse de sus padres, pero que lleva en otros, a caer en redes criminales a costo de consecuencias individuales y sociales terribles en un marcado clima de violencia social e institucional.
Sería injusto abordar el tópico como un fenómeno individual, pero es oportuno señalar, que desde el estado actual se pueden encontrar más de una solución a algunos males contemporáneos y el movimiento obrero podrá tomar distintas vías. La de continuar administrando como hasta el momento, o pensar un futuro inclusivo y comprometido con los intereses generales.
Cualquier debate deberá poner en el centro de la discusión la ampliación y universalización de los beneficios, para lo cual es impensable el cambio por el cambio mismo o contra los intereses que deben defender.
Para mejorar, se requiere siempre de instituciones fuertes, democráticas y plurales.
* Secretario de la Comisión Gremial Interna del Banco de Córdoba / jproel@hotmail.com