Una imagen vale más que mil palabras
Luego de idas y vueltas y judicializar un conflicto que bien podría haberse resuelto mediante un consenso alejado de cualquier atrincheramiento, la “novela del traspaso presidencial”, finalizará como muchos lo intuíamos, sin la presencia de Cristina Fernández de Kirchner. La Jura de Mauricio Macri en el Congreso de la Nación y la correspondiente ceremonia en el Salón Blanco de la Casa Rosada, será un acontecimiento histórico desolado de figuras del partido saliente y colmado por esperanza que transmite el Frente Cambiemos a gran parte de la ciudadanía.
Durante la semana, los argumentos de los representantes de los partidos en disputa, recorrieron los medios sosteniendo sin concesiones discursos que oscilaban desde citas jurídicas contradictorias, hasta acontecimientos históricos que intentaban marcar la continuidad de una tradición que se sostiene desde 1983.
La máxima expresión de este conflicto, fue sin duda la "célebre" frase que sin siquiera sonrojarse sostuvo el Secretario de la Agencia Federal de Inteligencia Oscar Parrilli, al hacer referencia a la presentación judicial que hizo el Pro para determinar el horario de finalización del mandato de Cristina. Para el Jefe de los Espías, “entre esto y un golpe de Estado es muy poca la diferencia” . Esta definición utilizada para describir desde el prisma Kirchnerista algo tan simple como el traspaso del mando, le hizo obviar un dato inexcusable. Para suerte de todos los argentinos, no existe posibilidad jurídica de que esto suceda. A partir del 10 de Diciembre nuestra República resguardará para todos los ciudadanos de la Nación Argentina un país absolutamente democrático, republicano y federal.
Pero volviendo a la crónica del traspaso que nos mantiene en vilo como meros espectadores, es interesante observar que por debajo de la alfombra, quizás la intención de estos acontecimientos, sea la de tapar en los medios de comunicación los sucesivos actos de gobierno que coparon la tapa de los diarios argentinos antes del inicio de este conflicto.
La Presidente saliente, finaliza su mandato con una batería de designaciones que no cesaron desde las elecciones P.A.S.O. llevando más de 2.500 agentes contratados hasta la fecha, 16 nuevos embajadores, la firma del Decreto 2585 que amplió el gasto del Presupuesto 2015 por al menos 241.000 millones, la emisión de una deuda por 11 mil millones de pesos que el reciente Presidente electo deberá pagar y el acatamiento express del fallo de la Corte Suprema de Justicia que obliga al Poder Ejecutivo a finalizar los descuentos del 15% de la masa de recursos coparticipables a las provincias de Córdoba, Santa Fe y San Luis para financiar la caja de Anses.
Estas medidas de alto impacto económico, no hacen otra cosa que debilitar y condicionar al gobierno entrante, complejizando con ello, no sólo los planes de Mauricio Macri, sino el destino de todos los argentinos.
Pero más allá de todo lo que sucedió desde el histórico balotaje, en el fondo de nuestros sentimientos republicanos, democráticos y nuestro sentir latinoamericano, imaginábamos un traspaso en el que observaríamos a Cristina Fernández colocando la banda presidencial a su sucesor. Pero esa imaginación, lejos de ser movilizada por el resentimiento de ver a un gobierno en retirada y por disentir con quienes abandonan la Casa Rosada, simboliza la necesidad de los ciudadanos argentinos de ver un gesto de concordialidad, de diálogo, de respeto y de paz.
La reciente historia de la Argentina guarda imágenes de alto valor simbólico. El abrazo entre Perón y Balbín, el traspaso de mando entre el ex dictador Reinaldo Bignone a Raúl Ricardo Alfonsín y la imagen de éste, repitiendo la costumbre con su nuevo presidente Carlos Saúl Menem, hizo que pocos olvidáramos que la historia argentina, esta sesgada por abismales divisiones, pero también de grandes acuerdos.
No es paradójico que un acontecimiento como el que esperamos, carente de efectos jurídicos pero sumamente simbólico, nos haga “bajar los decibeles” para comenzar a respetarnos como ciudadanos.
Este 10 de diciembre necesitábamos que en nuestra historia, quedara guardada la foto donde uno de los gobiernos con mayor poder político de la historia, entregara a un nuevo frente que se consituyó como alternativa democrática para representar a parte de la ciudadanía que exigía un cambio, el legítimo gobierno que ganó en las urnas.
Sin embargo, el egoísmo, la falta de institucionalidad y diálogo, nos dejan un sabor amargo. Esa imagen que podía representar la unión de los argentinos será sólo un anhelo y esa imagen... valía más que mil palabras.