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Romper con la Teoría del Cerco


El 1 de Mayo de 1974 será recordado por los argentinos como el día de la cristalización entre los movimientos de izquierda y derecha del peronismo. El Perón que regresó del exilio ya no era el mismo que se había ido hacía 18 años. El General, el propio líder del movimiento, echó a aquellos los Montoneros de la Plaza de Mayo.


Probablemente ese día, Rodolfo Walsh, Roberto Quieto y Mario Firmenich, hayan observado a sus compañeros para confirmar lo que suponían. El movimiento de izquierda había sido aislado de la construcción del Nuevo Peronismo.


Este acontecimiento tenía explicaciones claras de parte de la conducción de Montoneros. La burocracia sindical, los sectores de derecha y el nuevo enigmático personaje llamado el brujo, habían diseñado un aislamiento indestructible para dejar afuera a uno de los movimientos políticos más relevantes de la historia del Peronismo. A esta estrategia que consideraron exitosa que itentó evitar el diálogo entre Montoneros y Perón, López Rega y los herederos de José Ignacio Rucci, denominaron la “Teoría del Cerco”.


Años después, en un contexto diferente y en plena democracia, la crisis del 2001 había acelerado las disputas internas dentro del partido de Gobierno. Alfonsín y de la Rúa casi no dialogaban y el presidente tomaba las decisiones en soledad. El Radicalismo se había quebrado una vez más, pero esta vez, frente a la conducción del gobierno.


Existen muchas versiones sobre la conducta del ex Presidente Fernando de la Rúa. Algunas culpan a Alfonsín de querer imponer la agenda de Gobierno y otras sostienen que Antonito de la Rúa (hijo del ex Presidente) y el Grupo Sushi, habían aplicado la misma teoría que años atrás los movimientos conservadores del Peronismo habían montado contra los Montoneros.


Lo cierto, es que en ambos casos, Perón y de la Rúa, enfrentaron el desafío de gobernar con un grupo cerrado de asesores y políticos que decidían qué llegaba y cómo llegaba la información a ambos presidentes.


Sin percibirlo o quizás de manera consciente, la reacción de los históricos presidentes fue aceptar la jugada y seguir gobernando, rechazando cualquier tipo de diálogo y recomendación de aquellos grupos ajenos a aquellos Presidentes.


Pero abandonemos la historia momentáneamente y volvamos al presente. En los últimos días, el Presidente Mauricio Macri tomó decisiones acertadas y otras de profunda gravedad institucional. Estas últimas, blindadas por la cobertura mediática y por el breve lapso de tolerancia del electorado, todavía parecen irrelevantes pero sin embargo, causaron en el mundo de la política un gran revuelo.


La gota que rebalsó el vaso, fue el nombramiento de dos distinguidos juristas con un innecesario Decreto de Necesidad y Urgencia que fracturó la confianza absoluta que el pueblo argentino que lo había votado, venía reconociendo hasta el momento.


Al conocerse la decisión, Ángel Rozas, Mario Negri e incluso el radical de mayor confianza del presidente, Oscar Aguad, se mostraron sorprendidos y reconocieron desconocer las designaciones.


Los candidatos a presidentes y gobernadores con los que hacía días se había reunido en una imagen que nuestro país no veía desde hace años, demostraron su descontento e incluso Margarita Stolbizer, que había salido sorprendida del encuentro, sostuvo con firmeza que “ni Cristina se había animado a tanto”.


Esto abre ciertas dudas en la lógica con la que el PRO piensa tomar las decisiones de gobierno, que aunque no parezca, pertenece a un FRENTE compuesto por la UCR y la CC.


¿Es posible que los principales aliados del actual Presidente desconocieran la medida? ¿Es posible que el Presidente no haya siquiera consultado con los sectores del arco político que le brindaron su apoyo?


Las respuestas pueden ser variadas. Lo cierto es que este error dejó al descubierto importantes deficiencias respecto al desconocimiento de algunos hombres de importante éxito empresario, pero de escaso poder de especulación política.


Si retomamos la historia, podemos observar que con distintos matices, aquellos que racional o irracionalmente fueron funcionales a la Teoría del Cerco y no dialogaron con los distintos protagonistas del arco opositor, tuvieron resultados funestos para nuestro país.


Si en este contexto mencionamos que Mauricio Macri no tiene mayoría en ninguna de las dos Cámaras del Poder legislativo, cualquier hombre racional sostendría que la primera opción, no es la mejor para continuar con la lógica de construcción política del Nuevo Presidente.


Lo positivo, es que todavía existe un margen de tolerancia para modificar esta definición histórica, que no sólo ha condicionado a algunos gobiernos, sino que por sus resultados lo ha hecho ante todo el pueblo argentino.

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