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La Túpac Amaru, el "Milagro" que no fue


Para la realidad mediática en el que vivimos como argentinos, el caso Milagros Sala tiene dos caras. O es la violenta y corrupta dirigente social que denuncia el Gobernador Gerardo Morales, o es como expresa el Kirchnerismo, la reencarnación de Túpac Atari revelándose contra el régimen de explotación y exclusión del capitalismo nacional.


Lo cierto es que no es ninguna de las dos, o es las dos al mismo tiempo, lo que la colocaría en un importante problema ético en un país donde la existencia de esa palabra, pareciera ir desapareciendo nostálgicamente en el tiempo.


La relevancia de Milagro Sala en el escenario político, surge con la creación de una organización barrial jujeña en el año 2001 como el resultado funesto de las políticas económicas de un gobierno que no supo o no quiso aceptar que el rumbo económico elegido, llevaría a nuestro país a una de las situaciones de pobreza más extremas que se vivió en la historia moderna de nuestra República.


En este contexto, surgen distintos sujetos políticos a los que la élite política no estaba acostumbrada. Raúl Castells, El Perro Santillan, Luis Delía y muchos otros dirigentes de sectores populares que comenzaron a unir a sus conciudadanos en verdaderas organizaciones capaces de elegir sus posturas y sus dirigentes democráticamente con el objeto de reclamar sus derechos fundamentales: comida y trabajo.


Este proceso político, llevó a los grupos mediáticos a calificar de piqueteros a cualquier movimiento que sin vinculaciones e intereses políticos, reclamaran organizadamente sobre alguna vulneración que el monstruo de aquella economía se había devorado.


Estos nuevos sujetos políticos, tenían además algunas características comunes. No venían del poder económico, ni de los sectores dominantes de la política. Eran simples trabajadores con fuertes convicciones y que con distintas características de liderazgo, comenzaron a bifurcar sus caminos a lo largo del tiempo.


Tal es así, que la única que se acerca al patrimonio de uno de aquellos hombres a los que criticaron en el 2001 es Milagro Sala, quien declaró bienes y depósitos por $ 1,6 millones y ahorros por más de $118 mil.


¿Esto significa que ninguna dirigente social puede enriquecerse fruto de su trabajo y esfuerzo? Pues de ninguna manera. Cualquier ciudadano argentino que haya adquirido tales bienes de manera legal, puede exhibir honestidad y coherencia a lo largo de su lucha.


Sin embargo su alianza con Kirchnerismo, que supo capitalizar y tejer una alianza táctica entre el poder político de Jujuy y este movimiento popular, le trajo beneficios económicos y sociales a una organización que comenzó sin recibir nada, para terminar recibiendolo todo. Tanto es así que al día de hoy cuenta con más de 70 mil afiliados.


La Túpac, se convirtió en una de las banderas del Kirchnerismo. No solo por su utilidad electoral, sino también por su aspecto simbólico. Las características de su movimiento y de su referente, pretendía mostrar al electorado que se estaba construyendo una alternativa verdaderamente representativa y popular.


Pero esta alianza que le permitió a Milagro Sala la construcción de viviendas, establecimientos educativos, talleres textiles y algunas fábricas, pronto comenzó a exhibir grietas por el abultado manejo de fondos girados por la nación y el manejo independiente del presupuesto provincial, de quien también recibiría fondos.


La Túpac Amarú, según lo informado por Jorge Rizzotti, Ministro de Infraestructura de la Provincia de Jujuy, llegó a recibir $45 millones para distribuir entre viviendas y planes sociales. A esta declaración, se suma la denuncia que propio Gobernador Gerardo Morales realizó por la desaparición de 29 millones de pesos que las cooperativas aliadas a la Túpac nunca recibieron y en la que la dirigente social estaría vinculada.


Ahora bien ¿Está mal que una organización social maneje fondos de tales características sin control estricto del estado?


Muchos dirían que si dependiendo de la visión política que se sostenga. Otros dirían que es función indeclinable del estado cumplir con estas funciones y que de esta manera el responsable directo por el desmanejo de fondos sería el propio ejecutivo de la Provincia.


Lo cierto es que confiando en la presunción de inocencia, vamos a suponer por un tiempo que Milagro Sala no estuvo implicada en malversaciones de fondos, ni enriquecimiento ilícito, ni de complicidad con el asesinato del militante radical Ariel Velázquez, ni de ejercer actos de violencia y cooptación contra sus propios militantes.


Supongamos que su detención ordenada por la justicia fue arbitraria y que violando la letra de la propia ley no haya fomentado la incitación a la violencia. Parece al menos extraño el silencio del Kirchnerismo jujeño que se despegó absolutamente de todas las denuncias que corren a su cuenta. Al parecer, en Jujuy a vistas de los resultados electorales, la conocen mejor que nosotros.


Sin embargo, el Kirchnerismo de la CABA y la organización Amnistía Internacional exigieron su pronta liberación aduciendo que su detención proviene de causas políticas y no jurídicas. En este sentido, parece que las organizaciones políticas foraneas a la localidad de Jujuy, conocen más los manejos de Milagro Sala, que sus propios compañeros del FPV de la Provincia de Jujuy.


Si bien durante este conflicto es difícil, el Poder Ejecutivo jujeño podría indultarla por la primera causa de la denuncia, lo que implicaría una clara injerencia en la justicia y por ende en los principios republicanos de gobierno, pero no sería el final sino el comienzo de un largo proceso que todavía le quedaría atravezar a Milagro Sala por la justicia jujeña, la única capaz de definir con certezas, si aquella mujer que comenzó exigiendo por los derechos sociales de los jujeños y hoy maneja presupuestos millonarios, es inocente o no.


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