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La delgada "línea roja"


En medio de una mañana que rompió la rutina de las buenas noticias nacionales, aparece en el portal digital del diario La Nación una nota de Joaquín Morales Solá titulada, “El riesgo de arruinar el romance con la sociedad”. En su análisis, con su clara virtud de esconder las discusiones de fondo, sostiene que “solo los reproches del bolsillo pueden modificar la cultura social”.


Sin perder la oportunidad para remarcar que los argentinos estamos acostumbrados a que nos regalen todo, instó a aprender a utilizar la energía para disminuir los costos desactualizados heredados por los anteriores gobiernos y como rara vez hasta el momento, tomó la responsabilidad de decir sin tapujos que estamos frente a un gobierno “carente de gimnasia política”.


La confirmación de esta definición, se apoya en la falta de comunicación entre los ministros para informar las decisiones de Estado, poniendo como ejemplo la contraposición discursiva entre Jorge Triacca y Marcos Peña respecto a las paritarias nacionales.


En medio de esto, sigue sin esclarecerse la responsabilidad por los once heridos de bala de la villa 1-11-14, miembros de la murga “Los Reyes del Ritmo”.


Ni siquiera las fotos de niños con marcas represivas sobre su cuerpo y el conocimiento de la utilización de balas de plomo, impidieron que la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, apoyara ciegamente a los gendarmes heridos. Eso sí, desconoció sin problema la existencia de la murga y sus heridos. Para la funcionaria, los hechos no ocurrieron.


La Ministra, ya conocida particularmente por tomar medidas dolosas sin buscar alternativas que eviten perjudicar a los desafortunados ciudadanos que se ubican bajo la jurisdicción de su cartera, se jacta de ser quien encabeza un cambio de paradigma en la seguridad nacional mientras le muestra a los argentinos, un mecanismo represivo que más allá de encabezar un “cambio de paradigma”, significa la continuidad de los abusos de las fuerzas de seguridad a los que nos tienen acostumbrados, aunque es necesario aclarar que quedan fuera de esta afirmación, aquellos miembros de las distintas fuerzas que hacen un correcto uso de las atribuciones que la ley les otorga para desempeñar sus funciones.


Pero haber rechazado de plano la existencia de heridos dentro de la murga y haber declarado que se va a “defender a los efectivos” sin siquiera exigir una investigación al respecto, habla a las claras de una ministra que tiene poca sensibilidad sobre los acontecimientos sociales que la responsabilizan directamente. La desinteligencia no fue gratuita. El reproche vino de Marcos Peña, quien con mayor previsión, afirmó que se irá a fondo para investigar lo ocurrido en la villa y establecer los culpables en caso de haber existido algún delito por parte de la gendarmería.


Mientras tanto, Miguel Palazzani, Procurador de violencia institucional, declaró en 11 los heridos menores de edad de los cuales uno, recibió el impacto de un proyectil de plomo que lo mantiene hospitalizado.


Un conocido experto en materia de Violencia Institucional que prefirió no dar su nombre, declaró ante Clarín que “cuando las Fuerzas de Seguridad cargan postas de goma y de plomo, es porque están desgobernadas”.


Esta teoría se consolida si observamos los hechos ocurridos en la triple fuga vinculada al tráfico de efedrina. Tras aquellos días de novela televisiva y radial, posiblemente el área de seguridad haya sido la más criticada por la desinteligencia, desconocimiento y falta de coordinación ante un hecho de tamaña envergadura.


Pero el desgaste no ha sido suficiente para la ministra. Lo serio, es que el Ministerio de Seguridad no es uno más. El Ministerio de Seguridad guarda bajo su obligación el uso de la fuerza bajo el cuidado de explicitas leyes que deben proteger los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía. Si sus funcionarios no son capaces de entender que el “cambio de paradigma” no se da en el abuso de la fuerza, sino en la necesidad de otorgar mayores derechos para prevenir y evitar el delito, entonces estamos frente a personas que lejos de entender los efectos de los años de plomo y la importancia de sostener un Estado de Derecho que proteja a los ciudadanos, claramente deberán dejar el lugar a quienes puedan asegurar realmente estas garantías constitucionales.


Disintiendo con Joaquín Morales Solá, los “cambios culturales” no solo se dan cuando le tocan el bolsillo a la gente. Los “cambios culturales” se dan cuando hay un Estado capaz de demostrar que su único objetivo es asegurar una nación donde se pueda vivir dignamente.


¿Bullrich, es capaz de asegurar esto? De los resultados de la investigación por la represión en la villa 1-11-14, dependen de muchas cosas. Una de ellas, es la permanencia de la ex funcionaria de la Alianza que por sus acciones hoy, está a punto de cruzar la delgada línea roja que distingue los fracasos de los éxitos de un gobierno.


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