Rubén Daniele y la decadencia de un liderazgo histórico
Si hay algo que los argentinos desconocen, es que el Sindicato conducido por Rubén Daniele, es la organización gremial que más paros y asambleas lleva en la historia de la democracia desde 1983 a la fecha. La pregunta que debemos hacernos es sobre la legitimidad de dichos reclamos y sobre las acciones y discursos de quienes son las principales figuras que conducen ese sindicato y los funcionarios del municipio con quien ellos discuten.
Nadie puede dudar que la existencia sindical dentro del sistema político es justa y necesaria, pero el problema se constituye en el mismo momento donde el poder estratégico de una organización se convierte en una herramienta de perfecta extorsión y apriete. Es que en la ciudad de Córdoba, ya hemos visto como el SUOEM pretende atribuirse permanentemente derechos que la Carta Orgánica Municipal otorga explícitamente al poder ejecutivo. Los únicos perjudicados los vecinos y por cierto, también la recaudación que deja de producirse mientras generan asambleas por motivos irrisorios.
No es este el caso, ya que se discute nada más y nada menos que el salario de los trabajadores municipales. En este contexto se enfrentan dos posiciones claramente definidas, por un lado la realidad económica de un municipio que no ha recibido las partidas presupuestarias debidas por el gobierno provincial y nacional, y que se encuentra buscando financiamiento externo para poder financiar obras públicas y obras de reparación. Por otro lado, una propuesta sindical que supera los montos de inflación anual realizados por distintas consultoras privadas y desde el mismo gobierno, sino también la realidad de que los empleados municipales, gozan de privilegios que carecen empleados del ámbito privado, sobre todo, desde el punto de vista salarial.
Pero hay una situación política que empezó a debilitar a quien conduce sin oposición alguna el SUOEM desde hace años: “el cuestionamiento de su liderazgo”.
Como manotazo de ahogado después de una interna que desgastó su poder indiscutido, Rubén Daniele acudió a la ya conocida lógica del conflicto para buscar unir sus filas. El Esop, era una oportunidad inigualable para lograr su objetivo. Sin embargo, el municipio siguió adelante con el proyecto, descontó las horas no trabajadas y Daniele tuvo que sentarse con el intendente para no perder el poder que quiso consolidar. El primer round, lo perdió. La próxima batalla, es una discusión paritaria que logre equilibrar las pretensiones salariales de los trabajadores con la realidad económica del municipio.
Desde este momento, Rubén Daniele demostró la pérdida absoluta del manejo estratégico de los tiempos y del discurso y salió a insultar a los principales funcionarios municipales, recurriendo al contexto de su crianza, que entre medio de “alcohol y drogas”, derivaron en funcionarios “corruptos”.
Este discurso absolutamente violento, infundado y absolutamente violatorio de la intimidad de las familias que conviven con los funcionarios, provocó una reacción directa en contra del conocido sindicalista. Es que cada aparición suya en la pantalla televisiva, en vez de reforzar su poder, provoca el efecto contrario: fortalece a un intendente que parece no ceder ante cualquier capricho de Rubén Daniele.
Nuestro país sabe de liderazgos sindicales. Los más dignos estuvieron en Córdoba ¿Alguien se imagina a Agustín Tosco o a Atilio López decir que no se puede “rifar el salario por cuatro tilingos que se criaron entre el alcohol y la droga”? La respuesta es unánime. Daniele está condenado socialmente y sobre todo, a sufrir despacio, la pérdida de un poder que cada vez más, se le está yendo de las manos.
*Foto extraída del diario Día a Día.